sábado, 6 de diciembre de 2014

Campaña de Navidad y Reyes. Domingo II de Adviento



Seguimos con la campaña de Navidad y Reyes en colaboración con Cáritas Parroquial. Las necesidades más urgentes de cubrir son:  CAFE-LECHE-ACEITE (Botella de 1 litro). 

También puedes ayudar apadrinando un niño (aportación de 30 euros) para adquisición de juguete de regalo de Reyes


Esperamos vuestra generosidad.


Adjuntamos el Evangelio de este domingo

Evangelio

Evangelio según San Marcos 1,1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."

Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:

"Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."


Comentario

“Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.’" Es la misión que han recibido los bautizados del Señor: preparar el camino del Señor, allanar el sendero en su propia vida y en la de los demás. Es una de las grandes enseñanzas que recibimos del Bautista, personaje central en este tiempo de Adviento.
Se trata de vivir en la misericordia de Dios –cada uno de nosotros somos fruto de ella- y transmitir a los demás la misericordia de Dios. Para profundizar en la misericordia de Dios hemos de sumergirnos en el Evangelio para contemplar de la vida de Jesús plena expresión de la Misericordia de Dios con el hombre.
Por eso y para eso: transmitir la misericordia divina pedimos hoy con la liturgia: “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación” (salmo responsorial, Sal 84). Desde ahí saboreamos la misericordia que Dios tiene con nosotros y damos gracias a Dios y, como no puede ser de otra forma, nos comprometemos a llevar esa misericordia a todos quienes nos rodean.

Esa misericordia es garantía de esperanza: “Lo que ocurre es que [Dios] tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.” (2 Pd 3, 9), hemos leído en la liturgia de hoy. Este deseo divino afirma nuestra seguridad en el Señor.

“Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.” (2 Pd 3,14). Así estaremos respondiendo a nuestra vocación a la santidad.

Porque nuestra vida es para Jesús, para cumplir la vocación dada por Dios, esa será nuestra grandeza y de su cumplimiento dependen otras muchas cosas queridas por la voluntad divina para nosotros y para los demás. Son insospechados los frutos, la repercusión de nuestras buenas obras (y de las malas). Todo esto nos deberá hacer pensar, así jamás abandonaremos los planes de Dios.

También nosotros somos testigos de la misericordia divina en nuestra vida y en la de los demás, obras sorprendentes, maravillosas. ¿Acercamos al Señor a quienes nos rodean para que vivan en esa misericordia?

Esta preparación del tiempo de Adviento venimos viviéndola de manos de la Virgen. Lo hemos hecho preparando la fiesta de la Inmaculada que celebramos el próximo día 8 de diciembre. Continuamos pidiéndole a la la Virgen de la Esperanza, que sea ella la que ponga en nuestro corazón en estos momentos tan inminentes del Nacimiento de su Hijo.


Comentarios: Rvdo. Sr. D. Manuel Gordillo Cañas, Pbro. Párroco de la de San Roque de Sevilla

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