sábado, 13 de marzo de 2010

La Muerte según San Miguel


Quiso la gubia de “el de Flandes” deleitarnos con el pálido reflejo de la voluntad Divina. Fue ésta partícipe de los instantes que año tras año esculpe la oscuridad y que son hábito de los, ya entrados en años, vecinos del señero San Miguel. Embelesados, evocan la magia de estos momentos de una manera muy marcada, comentan y recuerdan metódicamente los ciclos de la solemnidad nocturna en la Plaza León XIII:

Se tañe el Silencio como lo hacen las campanas que lloran entre las ojivas del grandioso gótico. Éstas son prolongación de un abrir de puertas al recogimiento, una libre expresión al sentido más intimo, y según muchos, el significado mas verdadero de la celebración de la Pasión.

También la torre que da a luz al desfile del dolor puede detallarnos la turbadora comitiva de los hijos transubstanciados del amor fraterno en esta noche de arrodilladas plegarias:

Abre paso el pergamino de la impetuosa quietud que anuncia la negra tinción de la Madrugá, la venia de aquellos que desvisten sus pies en señal de pureza y servidumbre.

Lentamente y al cuadril discurren las reflexiones de los testigos de Tu agonía, van derramando la cera de aquellos pecados que les acompañan en este via crucis de arrepentimiento.

¿Quién sabe que habrá bajo esos antifaces que te preceden?, ¿habrá lágrimas y dolor?, ¿habrá extrañeza?, o simplemente aguardará el sueño de aquellos que contigo iban y que en vez de acompañarte en la Oración, se durmieron sobre los recodos de aquel traicionero Monte de los olivos. Aún no lo sé, pero sufro por ellos, estos que se esconden tras el esparto y el ruán, y que caminan resignados a eludir un atisbo de tu semblante, siendo conscientes de que si pudieran volver la mirada hacia atrás no podrían dejar de contemplarte y de que tal vez brotaría de sus gargantas un lamento que bien se podría equiparar al llanto hecho canto con el que te ofrendan las saetas en Tu camino.

Muchos niños y mayores melancólicos a veces se preguntan si el cerro sobre el que se clava tu cruz se forja de claveles blancos que tus correderas de sangre han manchado de ese rojo tan llamativo o es que simplemente son así; y es que muchos no lo saben Señor de la Salud y prefieren no pensarlo, únicamente musitan, reflexionan sobre lo esbelta que es Tu expiración y se limitan a verte caminar parsimonioso hacia el destino incierto que representa Tu rachear. Parece que rememoras el camino hacia el Gólgota, acompañado de tus negros penitentes portando cruces y cadenas que chirrían como el viento frío de la noche al toparse con las esquinas de este improvisado Getsemaní.

Si tuviéramos que catalogar Tu Fin entre los naranjos de este rincón, quizás no sabríamos que decir, titubearíamos, porque desde aquí Tu muerte es la humildad, es la mansedumbre, es sumisión, pero también ésta encarna Tu grandeza, la divinidad, y es que Tu ocaso es sobrenatural Señor… porque aún habiendo exhalado tu último suspiro, eres la Salud a la que tantos se aferran.

Florencio Iniesta Nowell


ORACIONES DE NUESTROS HERMANOS
(texto recibido en nuestra cuenta oraciones.santocrucifijo@jerez.es )

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